Andrea, la madre de Jimmy, acepta la ambición de su hijo como un acto de vida, aunque nunca le inyecta y no le gusta ver cómo otros lo hacen. Igual, la droga también forma parte de su vida. Nunca conoció a su padre, y aceptó una oferta para probar la heroína por parte de una mujer que solía darse a tiros con su madre. Después se dedicó a la prostitución y a “robos menores” en tiendas.
Ahí fue cuando encontró a Ron, un tipo recién mudado a Washington, y que vendía una buena variedad de pastillas, “polvo de ángel” y heroína. “Pensé que sería bueno para Jimmy tener un hombre cerca” dice Andrea acerca de su relación con Ron.
Ron, de 27 años, vino del sur. Él fue el primero en inducir a Jimmy en el mundo de las drogas. “Él me molestaba todo el día, que dónde fueron los tiros, qué están haciendo, y un día me dijo ¿cuándo puedo drogarme?” dice Ron. “Yo dije ahora mismo. Lo dejé inhalar un poco y, maldición, el pequeño estaba realmente drogado”. Seis meses después, Jimmy era adicto.
La heroína es parte de la vida de muchos vecindarios en Washington, afectando a muchos adolescentes y adultos, quienes se aíslan del mundo que los rodea.
El problema en el distrito ha crecido a proporciones epidémicas, con el influjo diario de la llamada “Media Luna dorada”, heroína proveniente de Irán, Pakistán y Afganistán. Washington es cuarta en una lista de la Agencia Estadounidense contra las drogas (DEA) como uno de los mayores puntos de entrada de heroína.
La “media luna dorada” es más fuerte y barata que las versiones de Asia Sudoriental o México y su fácil acceso la han agregado a lo que ya era un grave problema en la capital del país.
Ésta es una práctica para el curso de periodismo digital. Es una adaptación para la web del artículo falso del Washington Post "El mundo de Jimmy" escrito por Janet Cooke. Para ver la siguiente parte haga click.
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